El trastorno
depresivo es totalmente tratable pero puede afectar tanto a niños adolescentes,
adultos y ancianos, hombres y mujeres. Tiene un gran impacto en el
organismo, el estado de ánimo y modifica la manera de percibir la realidad de
todos los días. También altera el ciclo normal del sueño, la
actividad diaria y la alimentación.
Si nos preguntamos
por qué ocurre, la causa específica se desconoce pero se sabe que entran en
juego la herencia, la biología y los factores psicológicos, sociales y
ambientales.
Asimismo, es
importante saber que el trastorno depresivo no es similar a un estado
pasajero de tristeza, que puede ser considerado como una reacción normal ante
un acontecimiento negativo. Pero, si dicho estado se prolonga en el tiempo
o sus síntomas se complican, impidiendo el desarrollo adecuado de la vida
diaria, puede llegar a convertirse en un trastorno depresivo. Por eso, es
imprescindible que la persona reciba un tratamiento médico adecuado.
SEÑALES DE ALARMA
La depresión puede
ser identificada por la presencia de por lo menos 5 de los siguientes síntomas,
de forma interrumpida y a lo largo de 2 semanas, que causan un deterioro en el
funcionamiento normal del individuo, incluyendo siempre el estado de ánimo
deprimido o la disminución de placer o interés en cualquier actividad:
· Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día.
· Disminución importante del interés o de la capacidad para el placer
(disfrutar la vida) en todas o casi todas las actividades.
· Pérdida importante de peso o su aumento significativo.
· Disminución o aumento del apetito a diario.
· Insomnio o hipersomnia (sueño durante el día).
· Agitación o retardación psicomotora.
· Fatiga o pérdida de la energía.
· Sentimientos de inutilidad.
· Disminución de la autoestima y de la confianza en sí mismo.
· Disminución de la capacidad para pensar, tomar decisiones o concentrarse.
· Visión “negra” del futuro.
· Pensamientos recurrentes de muerte.
EFECTOS FISIOLÓGICOS MÁS
COMUNES:
Ligera elevación
de la presión arterial (sistólica y diastólica), aumento de la resistencia
vascular, reducción del volumen cardíaco y de la temperatura periférica,
incremento de la tensión muscular, cambios en la amplitud respiratoria,
prolongada elevación de la actividad neurológica.
RELACIÓN DE LA DEPRESIÓN CON LA ENFERMEDAD CARDIOVASCULAR
En los últimos
años se han hecho considerables avances en el conocimiento de la relación entre
la depresión y la enfermedad cardiovascular, considerándola tanto un factor de
incidencia de la enfermedad como un efecto post-infarto a atender.
EN TAL SENTIDO, LA
EVIDENCIA CLÍNICA PERMITE SEÑALAR QUE:
La enfermedad
coronaria desencadena cuadros depresivos o agrava los ya existentes, aumentando
el riesgo de mortalidad.
La depresión puede
inducir al desarrollo de la enfermedad coronaria y desencadenar eventos agudos.
CAMBIOS QUE SE PUEDEN
NOTAR EN UNA PERSONA DEPRIMIDA:
- En la forma de ser (no es el mismo de antes)
- Tristeza reflejada en su expresión
- Llanto frecuente.
- Se aísla fácilmente.
- Se molesta con facilidad.
- Se queja de malestar físico.
- Falta de arreglo personal.
- Aumento o disminución de peso.
- Dificultad para tomar decisiones.
- Se le olvidan las cosas.
- Se comporta en forma rebelde.
- Es fundamental un
diagnóstico precoz ya que muchas personas deprimidas son objeto de equivocadas
creencias sobre la enfermedad mental, lo cual puede retardar el diagnóstico y
como consecuencia su tratamiento.
CONSEJOS A TENER EN
CUENTA
- Tener pensamientos positivos.
- Aceptarse a uno mismo.
- Ante los primeros síntomas recurrir a un médico.
- Expresar las emociones.
- Mantener un calendario diario uniforme.
- Seguir en todo momento y hasta el final el
tratamiento impuesto.
- Reanudar las responsabilidades en forma lenta y
gradual.
- Hacer ejercicio físico.
- Recordemos siempre que “no todo lo que enfrentamos
puede ser cambiado, pero nada puede cambiar hasta que lo enfrentamos”.
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